lunes, 16 de junio de 2008

Requiem por "Requiem por un sueño"

Resucitando películas

Por fin vi la ya consagrada y mítica película del raro de Aranofsky, Requiem por un Sueño (2000). Sabía que me iba a encontrar con un film extraño y polémico, del que siempre había oído hablar algo, y con mucho fervor.

Y en mi banal realidad me encontró esta desorbitada película que no te deja respirar desde el principio hasta el final. Y de forma literal. Consigue rodearte un desasosiego tan grande, que hay muchos momentos que se diría que formas parte del sórdido mundo de los personajes, y te arrastran a su vértigo vital.

No quiero contar nada del argumento, porque creo que se puede disfrutar mucho más si no se sabe de qué va la vaina.

Sin embargo, han llegado hasta mí comentarios de los cool-hunters-indis, que hablan de que Requiem por un sueño ya está pasada de moda, que sus recursos se han quedado anticuados, que ya está todo muy visto. Cada uno es libre de pensar lo que quiera, incluso puede que tengan razón; pero de lo que sí estoy segura es de que esos recursos que tan viejos se han quedado no los he visto plasmados de forma tan magistral en ninguna otra película. Que poquísimas películas logran remover mis entrañas de esta manera -que todavía no me he repuesto-, por no decir casi ninguna.

Desde luego, últimamente, los cerebros de los guionistas están de vacaciones, porque no hay más que ver la cartelera y las películas que se están haciendo. Solo revivals, historias de superhéroes reciclados, y comedietas fáciles yanquis -bueno, esto es de siempre.

Para mí son las películas modernas, las que se estrenan ahora, las que me parecen viejas, rancias, sin imaginación ni esfuerzo, repitiendo moldes hasta el vómito.

Creo que hace mucho mucho tiempo que no veo una película que haga que te retuerzas en el sofá y sufras de placer. Por lo bien hecho que está todo: el montaje, la música hipnótica, las escenas entremezcladas, la sublime interpretación de los actores. Requiem. Sublime Requiem.

domingo, 15 de junio de 2008

El sarao flamenco

Ayer debutamos, por fin, en La Riviera

Jovita, Aurora, Ulises y Ana. Cuánto arte, ¡ele!


El Centro Cultural El Horno organiza un fin de curso en esta sala de Madrid, y allí que nos fuimos los del curso de flamenco. Somos dos españolas, una lituana y un francés; cincuenta por ciento. Y es que cómo les gusta a los extranjeros el flamenco; no sé qué tendrá esta música de raíces árabes y andalusíes, que les vuelve locos. Tanto es así, que nuestro francés, Ulises, se apuntó a la muestra flamenca con solo llevar un mes en el curso, y sin aprenderse la coreografía ni un poquito. Pero allí estuvo él, como un campeón.

Y aunque nos equivocamos al principio -y es que los nervios están ahí, no hay nada que hacer-, luego lo clavamos, y creo que gustamos. Al menos nos aplaudieron bastante. Quizá fue porque entre tanto bollywood, danza oriental, danza del vientre, danza indú, etc, éramos un respiro racial autóctono que no viene nunca nada mal. No se puede renunciar a nuestras raíces. Ole.