Ayer debutamos, por fin, en La Riviera
Jovita, Aurora, Ulises y Ana. Cuánto arte, ¡ele!
El Centro Cultural
El Horno organiza un fin de curso en esta sala de Madrid, y allí que nos fuimos los del curso de flamenco. Somos dos españolas, una lituana y un francés; cincuenta por ciento. Y es que cómo les gusta a los extranjeros el flamenco; no sé qué tendrá esta música de raíces árabes y andalusíes, que les vuelve locos. Tanto es así, que nuestro francés, Ulises, se apuntó a la muestra flamenca con solo llevar un mes en el curso, y sin aprenderse la coreografía ni un poquito. Pero allí estuvo él, como un campeón.
Y aunque nos equivocamos al principio -y es que los nervios están ahí, no hay nada que hacer-, luego lo clavamos, y creo que gustamos. Al menos nos aplaudieron bastante. Quizá fue porque entre tanto bollywood, danza oriental, danza del vientre, danza indú, etc, éramos un respiro racial autóctono que no viene nunca nada mal. No se puede renunciar a nuestras raíces. Ole.
1 comentarios:
Quien me lo iba a decir a mí allá por el 96, cuando paseabas entre Friedrich y tus últimos coletazos bañados de los recuerdos del Canciller. Y es que ahí estás, más guapa que un Sol, o que una Luna si lo prefieres, envuelta en faldas flamencas y peinado despejado, dejando al descubierto los que tantos años tapaban tus rizos. Que bien, esa manera de gustar de todo sin dejar de ser la muchachita de Casa Pueblo que tantas veces me hizo tener hipo de la risa. Olé u Ole, como más te guste hermosa.
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